*Guinea Ecuatorial: 20 años de fútbol roto, una urgencia institucional silenciada*En Guinea Ecuatorial, el fútbol ha sido durante décadas uno de los mayores motivos de orgullo nacional. Desde las históricas clasificaciones para la Copa Africana de Naciones hasta la proyección internacional de varios jugadores, el balompié ha unido lo que la política a veces fragmenta. Sin embargo, detrás de las victorias puntuales y los discursos institucionales, se esconde una verdad incómoda: llevamos más de 20 años con los mismos problemas estructurales en el fútbol ecuatoguineano. Y nadie, al parecer, asume la responsabilidad real de solucionarlos.La Federación Ecuatoguineana de Fútbol (FEGUIFUT) es hoy un reflejo de una institución atrapada en sí misma. A lo largo de las dos últimas décadas, los escándalos internos, las luchas por el poder, los procesos electorales conflictivos y la ausencia de una gestión profesional han debilitado la confianza tanto a nivel nacional como internacional. La FIFA ha sancionado a la federación en múltiples ocasiones por irregularidades administrativas y deportivas. A pesar de ello, no ha habido cambios sustanciales en la forma de operar.*¿Cómo es posible que, en 2025, sigamos sin una liga nacional estable, con presidentes de federación vinculados a clubes locales, y sin una estructura sólida que permita el desarrollo desde la base?*El caso reciente del Club Deportivo 15 de Agosto Femenino —cuyo recurso fue rechazado por la Comisión de Apelación por razones de forma y no de fondo— deja entrever una federación más interesada en blindarse legalmente que en escuchar y resolver los problemas reales de sus miembros. En lugar de fomentar el fútbol femenino y ofrecer respuestas estructurales, se responde con resoluciones burocráticas y formalismos jurídicos.Pero el problema va más allá de un recurso. La FEGUIFUT ha perdido la mayoría de los juicios ante jugadores, clubes y entrenadores. Ha fracasado en ofrecer calendarios de liga estables, en profesionalizar el arbitraje, y en crear espacios transparentes donde se rinda cuentas. La mayoría de los equipos juegan en condiciones precarias, sin respaldo logístico ni visibilidad mediática. Y, pese a todo, se continúa maquillando la situación con comunicados que hablan de transparencia y serenidad.*¿Dónde está la liga de tercera división? ¿Qué pasa con el fútbol juvenil? ¿Y con las promesas de democratización del deporte nacional?*El problema no es deportivo, es estructural. Y en gran medida, institucional. Las mismas personas, los mismos métodos y los mismos errores se repiten elección tras elección. Cuando dirigentes tienen intereses directos en clubes o equipos, se rompe la neutralidad. Cuando no se convoca a la base futbolística del país para pensar una nueva estrategia, se entierra el futuro del fútbol nacional.Es momento de abrir el debate. El fútbol no es una isla aislada de la sociedad. Lo que ocurre en su seno refleja muchas de las carencias del país: personalismo, falta de transparencia, ausencia de planificación y resistencia al cambio. Defender el prestigio del fútbol de Guinea Ecuatorial no es aplaudir sin cuestionar. Es exigir que se respeten las normas, que se construya una federación abierta, profesional, inclusiva y responsable.Solo así podremos salir de este ciclo repetitivo de improvisación y frustración. Porque el verdadero amor por el fútbol se demuestra construyendo estructuras que lo hagan sostenible y justo, no usándolo como plataforma de poder o como escudo contra la crítica.